30 de diciembre de 2010

Confesiones de un infiel

Fue fácil. Dos miradas y seis copas después la llevé a mi cama. Cabello negro largo rizado, unos pechos de diosa, una cintura pequeña, y un deleite en la alcoba. No recuerdo su nombre, no duró mucho. Terminada la acción, le pedí que se vistiera y se marchara. Me gritó algunos improperios y se fue sonando sus tacones altos. Al día siguiente me enredé con una vedette de pechos enormes que vestía nada más que un atractivo "lingerie" de cuerpo entero con orificios en lugares estratégicos. No pasó mucho para que yo le pidiera un privado y viendo a un hombre de tamaños como yo, se animara, gritara y hasta se dignara a besarme. No sé por qué lo hago y si lo escribo es porque pienso que de alguna manera me limpiaré confesándole esto a cualquiera, a un extraño que encuentre esta libreta, tirada, abandonada en la calle. La tomará y leerá las memorias de mi vida, un mujeriego empedernido. Un don nadie. Un cobarde que le miente a su esposa, y guarda su anillo en la gaveta del escritorio de la oficina, mientras decide que hacer lo que resta de la noche.

Me he enredado con siete vedettes y veinticuatro extrañas en los últimos tres meses. Hace dos semanas, con una novicia. Debo decir que eso no estaba planeado, pero era una de las amigas de mi hija que venía a despedirse para irse al convento. La convencí explicándole que debería probar a un hombre por lo menos una vez en la vida. No era tan pequeña como para que esto haya sido un delito, y no era tan inexperta juzgando su desempeño. Me divertí y creo que ella también. Me gusta probar mujeres aunque cada mujer que me prueba tiene siempre lo mismo. Hace mucho que no hago esfuerzo alguno para conocer mujeres, y eso de cierta manera me ha creado un vacío. Lleno de todas las cosas que la vida te puede dar, una casa con piscina, un auto deportivo, una carrera profesional envidiable. Todo, por eso ellas caen. Creen que soy soltero, creen también que ellas serán esa mujer que me hará ver diferente el brillo del sol, o el color del cielo y correré a pedir su mano. Creen que son esa mujer que me dará el mejor "sexo de mi vida" y que por eso correré a casarme con ellas. Creen que serán las que eventualmente disfrutarán de mis bienes materiales, y podrán comprar una esclava de oro el día que les venga en gana. No es así. Soy un pobre diablo, y hace siete años que no hago otra cosa que coger mujeres. Ahora es como si una parte de mí se hubiera apagado y solo busco conocer cuerpos. Los he encontrado de los más raros a los más bellos, pasando por los perfectamente moficados. Un poco de bisturí por aquí y por allá y es la mujer más perfecta que has visto. Al otro día he encontrado sobre mi lecho restos de extensiones de cabello, rellenos de sostén, brillos, sábanas manchadas de bronceador. Sin embargo, no he conocido una mujer que me cautive, bueno, que me deje pensando en ella pasada la acción. Regreso todas las mañanas a la oficina, la cual tiene mi escritorio, sobre el cual se encuentra la fotografía de mi esposa con mis hijos, y al verlos, abro la gaveta, saco el anillo y me lo vuelvo a poner. Después entra mi secretaria y no me puedo resistir a esa falda ceñida que no me deja ver mucho, me le acerco, le hago una insinuación. Ella sonríe. Nos metemos al cuarto de copiado y mientras ella desabotona su blusa, vuelvo a guardar el anillo en mi bolsa del pantalón. Qué pobre diablo, qué cobarde. Ya no miro a mi esposa a los ojos, e invento pretextos baratos para justificar mis faltas al hogar. Se que ella se siente sola, pero no puedo evitarlo. Soy un cobarde que desde hace siete años se comparte con mujeres, con todas, con cualquiera. Y apesar de la inagotable búsqueda de placer, jamás lo he sentido. Soy yo, un pobre diablo que no le ha hecho el amor a su esposa en siete años, porque no sabe qué hacer con la culpa que carga sobre sus hombros, porque cree que escribiendo sus reprobables actos llegará a algún lado, que recuperará algo de lo perdido, algún pedazo de la mirada triste de su esposa que él mismo rompió.

2 de diciembre de 2010

La estudiante

La maestra enseñaba con empero a los niños. El abc, y el 123, eran lecciones que todos tenían que aprender. Pancha la cucaracha, paseaba por el salón cuando la escuchó. Las letras la enamoraron, y gracias a eso aprendió a esquivar las trampas amarillas que decían "Veneno" y estaban regadas por toda la escuela, ya que los pobrecitos niños vivían azotados por plagas, cuando no eran liendres, eran grillos, o ahora, en la época de primavera, cucarachas.

Pancha se las ingenió bastante bien para asistir a clases. Comenzó a aprender sobre la historia del mundo, y se sorprendía del actuar humano. Supo dónde estaba África y también París. Conoció el Nilo y las cataratas del Niagara en imágenes. Hasta hizo una amiguita, quien le dejaba migas de pan para que pudiera desayunar. Así pasaron días, semanas, y meses.

Un día la maestra hizo una pregunta mientras enseñaba sobre ciencias naturales. Ningún niño sabía la respuesta. Pancha comenzó a brincar y a gritar diciendo: "Yo la sé maestra, ¡Yo la sé!" La pequeña cucaracha había olvidado que la profesora no entendía su lenguaje. En un acto de reflejo, la maestra aventó el borrador del pizarrón aplastando a Pancha, quien quedó hecha puré.

Pancha murió el 3 de julio de 1995, tres días antes de concluir el quinto año de primaria.

5 de noviembre de 2010

El galardón tardío

Sintió que escribió el cuento en vano. El editor de la revista que ella leía desde que iba en sexto de primaria, la rechazó. Dijo que no tenía un estilo literario de acuerdo a lo que buscaban, y que su historia no tenía sentido. Sin embargo, todas las personas que la leían, parecían quedar satisfechos con la historia.

Ella no entendía que sucedía. La gente leía sus historias, pero cuando llegaba la hora de intentar publicarlas, no funcionaba. La respuesta de un concurso nacional de escritura, fue nula, para ella tres meses de silencio significaban que no ganó. Decidió publicar una bitácora en línea, donde recibía estupendos comentarios de sus escasos lectores. Sin embargo, ella quería más.

Al borde de la desesperación, una noche de tantas de las que pasaba en vela, llorando y sufriendo, decidió acabar con el insomnio. Fue fácil, seis pastillas y una botella entera de ron. La bella joven durmió para siempre.

Al día siguiente llegó por correo la carta que le comunicaba que era la ganadora absoluta de aquel concurso, y debido a esto, todas las revistas literarias de la región publicaron sus cuentos.

12 de octubre de 2010

Amor inconcluso

Desde que la conoció le impactó. Fueron dos o tres frases mientras ella entregaba un tiquete de autobús. Desde ahí no le pudo quitar los ojos de encima. Ella era poseedora de una hermosa melena castaña que le caía por debajo de los hombros. Sus ojos miel eran cautivadores y su sonrisa, cálida.

Una semana después, él no podía sacarla de su mente. No podía creer lo que le pasaba. Se estaba enamorando. Ruleiro Cuevas era un mujeriego por naturaleza, le encantaban las mujeres, y él le encantaba a las mujeres. Era por eso que no se podía permitir enamorarse de una. Mucho menos, ser pareja de una. Simplemente no estaba en su mapa, ni en sus planes, y mucho menos en su naturaleza de conquistador.

Cada noche pensaba en lo que podía hacer. Se daba ideas. Anotaba en su libreta. Permanecía despierto a causa de ella. Al día siguiente, la vio llegar y no podía creer lo que veía, ya que ella, la mujer del momento para él, era ya la prometida de otro hombre. Ese otro hombre no representaba una competencia para él, por lo que pasó aún más noches en vela pensando el por qué de su compromiso. "Tal vez ella está de encargo", se decía, pero era difícil que ese cuerpo tan delineado y esbelto, se estuviera preparando para la maternidad. Simplemente, Ruleiro, estaba confundido... y enamorado, hay que agregar.

Ella le sonreía, tenía una actitud amable y alegre con él. Sus miradas se cruzaban de vez en cuando, pero Ruleiro no pensó que ella, también guardaba algunos sentimientos por él. El tiempo tuvo que pasar hasta la fiesta de fin de año de la compañía de autobuses. Se sentaron juntos. Fue la primera vez que pudieron platicar, la primera vez que sus piernas se tocaron, y la primera vez que terminaron juntos en una cama. Ella no lo podía creer, Ruleiro tampoco. Estaban felices, salieron como si fueran pareja, y el día tuvo que terminar. Se despidieron con un suave beso, se dieron los buenos deseos y un abrazo.

Cuando regresaron a trabajar pasadas las fiestas, Ruleiro supo que ella no había cancelado su compromiso con aquel hombre. Dejó de hablarle. Ella no entendía que sucedía, pero trataba de entender, de hablar con él, de decirle que estaba dispuesta a dejar todo por él. Ruleiro se apartó. Ella lloró exactamente dieciocho horas, cuarenta y tres minutos, y diez segundos por él. Después se dijo que jamás pondría sus ojos en un Don Juan como él, y decidió seguir adelante con sus planes de boda.

Ella se casó el 4 de marzo de 1974. Todavía trabaja en la compañía de autobuses. Ruleiro aún la quiere, y la mira de lejos cuando ella no se da cuenta.

3 de octubre de 2010

Ella

Ella se reía incontrolablemente de mí. Era bella, no he de negarlo, pero su risa me incomodaba. Mientras bajaba las escaleras que conducían a la biblioteca, la encontré de nuevo. Estaba dentro del espejo y después de intercambiar miradas, la risa comenzó; esta vez hasta llegar al llanto, a tirarse al piso, a jalarse el pelo, a gritar. No entendía que le podía causar tanta gracia en mi persona, incluso, no me parecía una risa graciosa, de esas que parecen que se ríen con uno. No, ella, se reía de mí.

Pasaron algunos días, y la volví a encontrar en el portal de aquella suntuosa biblioteca. Ella con un vestido caro y elegante, con tacones altos y peinado de salón. En el momento que me vió dijo que mi rostro reflejaba la torpeza del mundo y explotó en risas hasta que se tiró al piso, ensució el vestido, se deshizo el peinado de salón. Yo la observaba. Se levantó con gracia y entre risas me dijo que nunca llegaría a ninguna parte así.

Al regresar a casa, la volví a encontrar dentro del espejo. No pude evitar mirar esa sonrisa, que esta a punto de explotar en carcajada, en burla. Mientras le ponía una manta encima al espejo, su risotada se escuchó en toda la casa. Corrí y me envolví en una frazada, para no escucharla, para no verla, porque la odiaba. Me levanté del sillón, me apresuré hacia el ático y tomé un martillo para romper el espejo, pero ella escapó al siguiente espejo que encontró dentro de la casa. La perseguí, martillo en mano, y no sé si lo que quería era romper todos los espejos o matarla por fin. Sus carcajadas llenaban la casa, y solo me recordaba mis fracasos, mis errores, y lo que nunca había podido hacer. Después de romper todos los espejos en la casa, me detuve a llorar. Mis lágrimas y mi sollozo llenaban el lugar, cuando de pronto escuché una risita malintencionada, venía del recibidor.

Recordé aquel espejo pequeñito que mi abuela me había traído de Europa, y me acerqué. Esta vez con toda la determinación para matarla de un buen martillazo en el espejo, ya que sus burlas habían ido al límite.

Me detuve al ver la horrorizante escena frente a mí en el espejo:

Ella era yo.

23 de septiembre de 2010

La muerte primera ( #ihatementoday )

Como bien dice aquella película, no hay peor muerte que morir por pendeja. Tiene razón. Me llamo Maritza, y tuve un novio al que adoraba más que a cualquier otra cosa en el mundo. No es que yo quisiera que las cosas fueran de esa forma, era que yo ya no lo podía controlar. Me fui de fin con él a Acapulco. Bueno, no íbamos solos iban sus hermanos, Ariana y Beto. Conocía muy poco a Ariana pero me tiraba buena onda, y yo pienso que ya me había ganado un huequito en el corazón de Beto después de dos años de andar con su hermano.

Mi tormento se llamaba Leo. Bueno, Leonardo, pero ya saben. Yo lo trataba como si fuera la persona más importante sobre la faz de la Tierra, dejaba de ver amigas, familia, y todo por él. Yo era la envidia de todas porque sucede que Leo era muy popular en la uní. Aguante muchas cosas sólo por eso. Lo triste era que de repente sí se daban cuenta que él no me trataba tan bien. Pero bueno, estábamos en Acapulco…Yo creía que me la iba a pasar de ensueño con él, pero resultó que Leo andaba como de malitas esos días, incluso llegué a pensar que igual y ni quería que yo fuera porque iban sus hermanos. Ariana iba con su novio, y Beto iba con un amigo. Nos quedamos en el Mayan. La onda era que sólo había una cama que habíamos acordado sería para Ariana y el novio, y nosotros nos quedaríamos afuera en la salita. Desde ahí no me hizo tanta gracia. Total que una noche las cosas salieron de otra manera y acabe con Leo en el cuarto. Yo le rogaba para que hiciéramos el amor porque moría de ganas y la playa, el clima, y todo me inspiraba. Él no quería y más bien me daba leves empujones y terminó volteándose para el lado contrario. Me sentí fatal.

No vale la pena que yo les cuente todas las groserías que me hizo, como cuando fuimos al antro, nos la pasamos maravilloso, la gente nos decía que hacíamos bonita pareja, y no sólo eso, dos que tres chavos le comentaron que tenía una bella novia. Bueno, bonita. Esto pasaba muy a menudo cuando salíamos, lucíamos bien juntos supongo. La verdad es que me encantaba que la gente dijera cosas, pero como dicen por ahí, nadie sabe lo que pasa detrás de las puertas, y la neta era que cuando nosotros nos quedábamos a solas, el no quería estar conmigo. Ese día llegamos como a las siete de la mañana al hotel, ya que la habíamos pasado tan bien, me quite la falda y me puse sobre él en la cama para darle un beso. El se volteó y bajo la mirada, seguido de un "estoy muy cansado".

Los ojos se me llenaron de lágrimas, pero decidí ponerme la pijama y dormir. Me sentía pésimo, lloré, y mi estado normal al lado Leo ya era más bien depresivo, pero crónico. Siempre estaba triste.

Más tarde fuimos a la playa y Ariana y su novio rentaron unos jet skiis. El del era Ariana y su novio, y yo con Beto. Beto me dijo que si quería manejar y le dije que sí. El lanchero, o bueno el don este que rentaba las motos estas, dijo que teníamos que pasar las olas hasta altamar para que el mar no nos aventara. Se me hizo un poco lejos pero lo escuché.

Beto y yo avanzamos hasta altamar. De repente, de la nada se levantó una ola enorme. Por más rápido que avanzáramos nos iba a caer encima. Traté de maniobrar pero fue inútil. La ola nos arrastró, el jet skii me cayó encima, y me hundí.

Mientras estuve bajo el agua, fue todo tranquilidad. Quería morir, mi vida era una tristeza. Dije "para qué luchar por salir a flote, esto es más fácil". Estuve a punto de simplemente desabrochar el chaleco salvavidas, ya que por la gran cantidad de agua de la ola, no estaba sirviendo mucho traerlo. Me dejaba ir cuando escuche una voz: "¡Maritza!"

Era Beto, sosteniendo mi muñeca me sacó del agua. Me ayudo a subir en el jet skii de nuevo. Yo tenía una herida en la pierna del golpe que me dio cuando se volteó. Pronto llegaron a auxiliarnos y nos llevaron hacia la costa. Cuando llegué, Leo me recibió muy enojado y me dijo: "¿No que sabías conducir estas cosas? ¡Pudiste matar a alguien! Yo simplemente, no lo podía creer. Mi herida fue atendida, y pasé la tarde descansando en el hotel. Al regresar a la ciudad, no hubo más remedio que cortar con él.

Y es por eso que #Ihatementoday

15 de septiembre de 2010

Sobre el Bicentenario...

México cumple hoy 200 años del inicio de la lucha por la independencia, y próximamente cumplirá 100 años del inicio de la Revolución Mexicana. Lo triste es que a pesar de toda la sangre derramada hasta hoy, las vidas, y el sacrificio de muchos, el país continúe atado y a merced de muchos. Me sorprende la infinita indiferencia que tenemos con el de al lado. Y es que si yo estoy bien, los demás ya no me interesan.

Recordemos Haití. Después del terrible terremoto que azotara a dicho país a principios de este año, "todo el mundo" unió esfuerzos para reconstruir Haití, y las muestras de apoyo fueron desde donaciones en especie, hasta conciertos organizados por artistas a beneficio de dicha causa. Los mexicanos no se quedaron atrás y llenaron todo centro de acopio habido, y a pesar de que la prensa informaba que no sólo era difícil ingresar la ayuda al país, sino que los distribuidores de dichos bienes tenían el cinismo de vendérselos a las personas que los necesitaban, la ayuda seguía llegando y llegando.

¿Qué tal si recordamos el terremoto en Mexicali? Nuestros connacionales suplicaban por ayuda, y lo irónico fue que nunca llegó. Una parte, sí. Sin embargo no abarrotamos los centros de acopio con bolsas llenas de despensa, no fuimos al banco, y mucho menos hicimos eventos a beneficio de los que de verdad nos necesitaban. Lo mismo pasa con las inundaciones, los huracanes, y cualquier otra tragedia que sea accidente o consecuencia, ocurre en este punto geográfico.

Los 15 de septiembres siempre somos mexicanos, sin embargo pasamos todo el año etiquetando a los "indios", a los "mugrosos", y a los "pobres", por mencionar algunos, ya que no cuento a todas esas personas que son juzgadas y estereotipadas por su simple aspecto. Los quinces, las rubias de ojo azul, se visten de "indias" por diversión. Los quinces en el Zócalo, todos celebran porque somos un país "libre". No nos acordamos de los usos y costumbres que todavía permiten que un padre venda a sus hijas. Los quinces en general, nos ponemos una buena peda, porque no celebramos la independencia, puesto que la misma es el pretexto para ingerir alcohol en cantidades industriales.

En México, extranjeros nos gobiernan. Apellidos de otros países, llenan las cámaras, y ladrones vestidos elegantemente, extraen el dinero que le corresponde a los necesitados. En México, hay cuarenta millones de pobres, pero de aquí también es el hombre más rico del mundo. Hay tragedias que todavía duelen, y tratan de engañar a las personas tapando el sol con un dedo. Nos gusta adoptar modismos y costumbres de otras culturas, pero desconocemos en sobremanera las raíces y las premisas de las culturas que fundaron este país. Nos encanta hablar y aprender otros idiomas, pero no tenemos idea de los múltiples dialectos que existen a lo largo y ancho de México.

En medio de las celebraciones del Bicentenario, sería bueno hacer una reflexión sobre a dónde queremos llegar como país. Cosa que no será posible por los múltiples intereses que nos mueven, tanto a gobernados como a gobernantes. En lo personal, siento que hay muchos Méxicos, como el México hostil que se le presenta al indígena que vive en la ciudad. El México amable y complaciente que se le presenta a los extranjeros y a los ricos. El México que cada quien vive, y que todos evitamos homogeneizar.

9 de septiembre de 2010

Sólo un instante...

Me tomó en sus brazos. Fue sólo un momento. Por mi parte, sentí lo más sublime que cualquiera podría sentir en los brazos de alguien que ama. Sus manos sobre mi espalda hacían que me estremeciera, y lo que más deseaba era que ese suave toque no terminara nunca. Me besó en la mejilla y pude percibir su dulce aroma, el que siempre percibo y al que soy adicta pues no puedo vivir sin él. Todo esto paso en tres segundos y siete milésimas de segundo. Sin embargo no puedo yo negar que para mí se detuvo el tiempo en ese preciso instante, en el que el suave toque y el anhelado beso me hicieron vibrar.

5 de septiembre de 2010

La boda mortal

Desde que Juan Romero comenzó a salir con Juliana Jarabo, la hija del hombre más rico del pueblo, la gente comenzó a hablar. No sólo se preguntaban por qué Juliana podría prestarle atención a un hombre tan despreciable y feo, sino se preguntaban si había una pizca de amor propio en ella por hacer tan mala elección.

Juliana no tenía un rostro bello, pero tenía una mirada amable, un cuerpo deseable, y un cabello café profundo y brillante que cautivaba. Tenía un gran complejo inculcado por su madre la cual le llamaba prieta desde que era niña, y cuando creció Juliana siempre sintió que por su apariencia física no podría conseguir que un hombre se fijara en ella. Fue ahí cuando Juan hizo su jugada clave ya que pensó que al casarse con la hija del hombre más rico del pueblo aseguraría no sólo un buen trabajo, sino su futuro.

Juan era un hombre sin principios. Un gañán como dirían las malas lenguas del pueblo. Se sabía que había asesinado a un hombre hace unas decádas, y el caso fue cerrado por falta de pruebas. Se sabía que le había robado al que fuera el hombre más rico del pueblo en el año de 1984, Don Alberto Rodarte, un español que había venido a México después de su retiro y que murió en un incendio que él mismo originó al quedarse dormido con un cigarro en la mano. Se sabía también que Juan Romero era un mujeriego y que ninguna mujer lo había convencido de llevarla al altar.

Poco sabía Juan con que lo enfrentaría el futuro, ya que al convertirse en el enamorado de Juliana descubrió a la mujer más obsesiva e insegura que hubiera conocido jamás. Juliana se ponía celosa de cualquier mujer que se le acercara a Juan incluídas las de su familia. Juan pensaba que con el tiempo los miedos de Juliana se disiparían hasta que todo fuera paz y tranquilidad. Lo cierto es que con el tiempo Juliana era cada vez más insegura y no sólo se comparaba con otras mujeres, intentaba cambiarse a sí misma para no verse tan prieta, y gustarle más a Juan.

Los planes de boda fueron un infierno. Juliana lloraba porque el color blanco sólo hacía que su piel oscura resaltara más. Juan sugirió cambiar el color del vestido, pero eso sólo pondría más en duda el honor de ella. Después de meses de buscar vestidos, elegir flores, y probar pasteles, llegó el tan esperado día.

Juliana y Juan pelearon desde el amanecer. Ella argumentaba que no sólo se veía prieta con el vestido, sino que se veía gorda. Juan le gritó que estaba harto de ella y le dijo que la vería hasta la hora de la ceremonia. Juliana se veía como un ángel, su piel oscura brillaba como nunca, y las orquídeas de su ramo daban un toque de ternura. Mientras Juliana caminaba al altar, Juan no la miró. Repitió los votos matrimoniales vanamente, inclusó titubeó. Las lágrimas escapaban de los ojos de ella, pero no eran de felicidad, eran porque ella sabía que lo más probable, era que Juan se arrepintiera de último minuto.

No fue así. Juan y Juliana se casaron ante Dios y los hombres. En la fiesta, Juan ignoraba a Juliana aunque la tenía a un lado. Ni siquiera la miraba, estaba harto y pensaba que podría hacer en un futuro cercano para librarse de ella. Juan decidió que lo mejor sería disfrutar de la velada, y después de una botella y media de tequila, llegó la hora de partir el pastel.

Todos los invitados se reunieron para ver a los novios cortar el pastel. Juliana tomó un poco de merengue en sus dedos y lo embarró en la nariz de Juan. Él rió, y tomó otro poco y lo embadurnó en la mejilla de ella. Ella se acercó para besarlo cuando Juan tomó un pedazo entero del pastel y lo aplastó en el rostro de Juliana. Se le hizo fácil seguir el mismo juego cuando tomó otro trozo y lo embarró de nuevo. Juliana se estaba ahogando, y hacía señales, pero nadie hizo nada. Todo el pueblo miraba con horror a Juan, ya que entre gritos y golpes, Juliana expiró.

Con el rostro lleno de pastel de bodas, Juliana fue llevada a la capilla a recibir los santos óleos, aunque ya era demasiado tarde. Fue limpiada y enterrada esa misma noche con su vestido de boda y hasta hoy se cuenta la leyenda de una novia que pasea por las calles del pueblo en las madrugadas llorando por un mal de amor.

Juan por su parte, fue llevado a la capital, donde fue sentenciado a una condena de cadena perpetua, pero finalmente, fue asesinado en la cárcel después de que se supiera el acto tan monstruoso que cometió. Todo esto se habla aún en el pueblo, aunque estos hechos ocurrieron hace más de diez años.

17 de agosto de 2010

Traición

Desde ese abrazo cálido no he podido sacarte de mi pensamiento. Es como si te hubieras entretejido a mí lentamente, sin que yo me diera cuenta. Creo que esta vez, no me pude ver en tus ojos, pero me entregué sin reservas. Claro que hubiera querido unirme a tí para siempre. Claro que no te hubiera negado nada. Mientras nuestros labios se fundían, lo recordé. Me habías engañado.

26 de julio de 2010

El vampiro

Ella tomó el libro tétrico entre su manos. Con miedo lo escondió debajo de su enorme vestido. Al llegar a su casa, lo escondió debajo del libro sagrado, para que el otro siendo opaco y fúnebre pasara desapercibido.

Cuando las manecillas marcaban cerca de las doce de la noche, la muchacha tomó una lámpara y enciendiéndola con un fósforo, caminó el angosto pasillo hasta la biblioteca. Levantó el libro sagrado, y ahí estaba. Lo que siempre había anhelado leer, historias sobre seres helados que viven succionando sangre humana. Se le erizó la piel de pensar que alguien podría hacerle eso. Varios libros se cayeron. Al voltear no había nadie.

Después de terminar de leer una historia del misterioso libro, pudo sentir que una mano fría, rígida, y sólida, acariciaba su cuello. Se entregó a esa sensación culpable que no dejaba de ser placentera. Una lengua helada recorría su cuello mientras ella gemía casi en silencio. Unos colmillos se clavaron profundamente en su ser. De pronto no tuvo más fuerzas y se dejó ir. La lámpara cayó al suelo rompiéndose en pedazos y todo quedó en oscuridad.

14 de julio de 2010

Reencuentro

No pensé que perduraras en mi recuerdo después de todos estos años. En algunos sueños te sentí y en otros he vuelto a desear que te alejes de mí para siempre. Nunca te olvidé del todo y por eso, siento que cada que te es posible te apareces en mi sueños. Recuerdo la tarde gris en la que nos dijimos adiós. Yo llorando y tu tomando el volante del vehículo azul que jamás volví a ver.

Hoy te conocí de nuevo. No pude reconocerte de primera instancia pero supe que eras tú. Me vi en tus ojos y tú en los míos y fue como volver en el tiempo, aquel único tiempo en el que fuimos felices. Yo no te intereso. Y si te interesara creo que me invitarías a tus prácticas de remo que tanto te gustan y tanto trabajo te cuestan hacer. Te has mejorado con los años y cada vez que te miro reparo en tu cuerpo y me pregunto cómo se sentiría unido al mío. La única razón es la curiosidad pues no podría yo volver a unirme a tí después de lo que me has hecho. No te conozco ahora y no te conocí nunca. Tu apariencia es hermosa y muy codiciable pero apenas llego al corazón de tus sentimientos me doy cuenta de que eres duro y frío.

El anhelo más grande fue crear una familia a tu lado. Todas esas veces que estuvimos juntos me emocionaba de pensar que tal vez algún pequeño venía en camino. Era muy tonta. Ni te imaginas todo lo que he vivido sin ti y lo bien que se siente. Encontré a un hombre mil veces mejor que tú y me llama por nombres cariñosos, si me enfermo no se va hasta que se asegura de que estoy bien y me da toda su atención. No tiene tu cara ni tu cuerpo, pero tiene el mejor corazón que haya conocido jamás y esa razón sobrepasa a todas las demás que alguien podría tener en su contra. Seguro tu sigues sufriendo por tus interminables búsquedas internas y las decisiones incorrectas que has tomado en tu vida. Seguro que derramas algunas lágrimas antes de dormir, pero no por mí. Seguro que tu esculpido pecho abraza a otra en vez de a mí.

Hoy te conocí de nuevo, y no mostraste una pizca de interés en mí. Fui muy amable contigo para encontrarme de nuevo con un témpano. Sentí en tu breve abrazo ese cuerpo esculpido. Sobretodo me vi en tus ojos y creo que tú te viste en los míos. Tus ojos avellana no se posarán en mí jamás.

En todo esto sales ganando. No he dejado de pensar en ti ni un sólo día.

22 de junio de 2010

Marejada

Te escribo desde que te recuerdo. Aún veo tu mano pegada al vidrio del auto en el que te forcé a entrar. Las lágrimas que corrían por tus mejillas. El sombrero que llevabas puesto. Cada día despierto sintiéndome menos vivo, como si todas las energías que pudiera haber tenido en la vida se fueron contigo. Como si todos los sentimientos que alguna vez pude haber sentido por alguien hoy están enterrados en lo más profundo del mar. Te recuerdo, y cada vez que lo hago siento que una marejada me arrastra. Aquí usamos armas, tenemos enfrentamientos casi a diario y no siento nada. Es como si tomar ese cuerno fuera como escribir. De cierta manera escribo el destino de todas esas personas a punta de pistola, uno vive, otro muere, y aún no alcanzo a decidir que haré con mi propia vida. Qué haré sin ti. Esta es una de esas cartas de las que nunca envías, así que tú no vas a leer esto. Pasaré de largo, en tus recuerdos. Tal vez ni me recuerdas ya. Vives con un hombre decente y tienes una familia decente. En cambio yo, bueno, creo que no te voy a contar de eso. A veces imagino tu cara sonriente con una panza prominente. Es nuestro hijo, y como en los viejos tiempos, me dices que quieres que se llame como yo. Te abrazo y sonrío. Abro los ojos para ver que en realidad, no abrazo más que una bola llena de plumas que me sirve de nada, y junto a mí hay una mujer indigna. Siento que una marejada me arrastra cada que te recuerdo porque un dolor latente dentro de mí se enciende cuando pronuncio tu nombre y casi no lo hago. No escribo mi destino, más lo único que hago es condenarme. Escribo al recordarte y me deprime que nunca volveré a verte mientras el mar de olvido me arrastra al abismo cada día. Como un recuerdo taciturno vives en mi mente. Se ha desfigurado tu sonrisa y repruebas mis actos. Trato de venir ante ti pero no puedo. Debes tener una familia y no conmigo. Junto a mí, la indigna tiene familia de todos y ella es de nadie. Te recuerdo con tristeza y la marejada me pega tirándome al olvido.

16 de junio de 2010

Máscaras

Rocío era alta, morena y delgada. Aunque bella, no resaltaba entre la multitud. No enseñaba las piernas usando diminutas minifaldas. Tampoco le gustaba ir a la universidad con escotes profundos para obtener más atención de sus compañeros y maestros. Se consideraba una mujer promedio, una estudiante promedio, y una joven no muy deseable, ante los ojos de los hombres.


Es por eso que cuando Rocío comenzó a salir con el muchacho más popular de la universidad, que llamaremos "donjuán", se volvió loca. Recorría los centros comerciales buscando ropa con escotes profundos. Tacones altos. Bolsas llamativas, maquillaje irreverente. Todo para gustarle más a su novio, quien gustaba de tales cosas dentro de la habitación. Fuera de ella, él también actuaba de acuerdo al promedio. Quería un estereo que casi tronara las bocinas de su auto. Quería ir los viernes a fiestas con sus amigos y emborracharse, quería conocer otras chicas para después de la fiesta, irse a acostar con ellas. Quería derrochar un poco de dinero, quería viajar. Quería lucir perfecto ante todas las admiradoras que tenía en la universidad, y por encima de todo, quería que Rocío fuera perfecta.



Rocío jugaba con todo. Hacía chistes de los temas más serios que existen. –“Estoy tratando de tener una relación adulta.”- le dijo su donjuán un día. Rocío lloraba por las noches por sentirse incomprendida y pendeja. Lloraba de desesperación los viernes en la noche cuando ella estaba en su casa y sabía que el se revolcaba con amiguitas. Sin embargo, Rocío aguantaba todo esto por una sóla cosa: ver la cara de envidia que ponían sus amigas cada vez que veían a Rocío con donjuán.-“No sé que le pudo haber visto donjuán a esa piernas de popotitos “– decía una de ellas. –“No es lo que le vió, es lo que le dio.”- decía otra. Risas al unísono.



Rocío llamaba la atención cuando estaba con donjuán. Era una sensación única. Los muchachos más apuestos de la universidad platicaban con ella. Las muchachas más bellas fingían interesarse por su plática. La invitaban a fiestas de gente popular, y era tomada en cuenta para los eventos más exclusivos de los estudiantes, sólo por ser la pareja oficial de donjuán. El mayor problema de Rocío, era paradójicamente, estar con donjuán. Era una mujer sumamente celosa, posesiva, y controladora, y el que donjuán estuviera con muchas mujeres, la frustraba. Se preguntaba por qué no era lo suficientemente buena para él.



Él por su parte, hacía un buen rato que había perdido el interés en ella. Se gastaban las noches y parte de los días peleando. Sin embargo, en público eran como un bombón. Donjuán sonreía todo el tiempo y ella brillaba como si fuera la mujer más feliz del mundo. Él la trataba con dulzura, y ella lo besaba con pasión. En las fiestas, ella era la envidia de todas, y eran, como pareja, envidiados por todos. – Rocío y donjuán son taan felices…-decían todas sus amigas. Al llegar al cuarto del hotel, se hacía un gran contraste, Rocío trataba de besar a donjuán para tener un encuentro apasionado, pero éste se volteaba. Él era distante y frío con ella en privado. Rocío dormía en el sillón, llorando toda la noche por lo que no podía ser.



En una de las fiestas donde lucían encantadores, Dora, mi mejor amiga le pregunto a Rocío:



-Chío, ¿ Eres feliz con donjuán?-



-La más feliz Dora, la más feliz.- dijo, sosteniendo su máscara de carita feliz, mientras secaba sus lágrimas manchadas de rímel.

15 de junio de 2010

La mujer que odiaba a Lolita Páprika

Rosario siempre había estado celosa de su amiga, Lolita Paprika. Rosario era una chica de estatura pequeña, gorda, de ojos obscuros, mentón grande, frente prominente y dentadura normal. Por otra parte Lolita Páprika fue una niña de ensueño desde pequeña. Con su cabello rubio oro, sus ojos grises y su sonrisa brillante, convenció a su papá de comprarle un pony a los 5 años, y de comprarle un Camaro a los 15. Básicamente Lolita podía conseguirlo todo, por su belleza y gracia.

Rosario conocía a Lolita desde la primaria. Sus mamás fueron amigas por un tiempo pero todo acabó aquella trágica tarde de verano en la fiesta de cumpleaños número ocho de Lolita Páprika en la alberca, en la que Rosario pateó a Lolita en la espinilla, la cual cayó inevitablemente al agua y estuvo a punto de ahogarse debido a que no podía nadar del dolor. Rosario recuerda la cara horrorizada de todos los niños viéndola mientras la Señora Páprika les pedía a ella y a su mamá muy amablemente que se retiraran de la fiesta. Sin embargo, deben ustedes saber que Rosario no pateó a Lolita en vano. La pateó después de que la menudita rubia le dijera “gorda de mierda”, palabras que la traviesa Lolita había oído de labios de su papá. El resto lo saben ustedes.

La verdad es que Lolita y Rosario no eran amigas; siguieron en la misma escuela y al llegar a la prepa, Lolita era una hermosa muchacha, delgada, rubia, sonrisa impactante...bueno, ya lo saben, era hermosa. En cambio Rosario tenía 17 años, pero parecía de treinta. Lolita Páprika era la más popular de las populares de la escuela y era novia del muchacho que le gustaba a Rosario. La vida no podía ser más injusta. Rosario la odiaba en secreto. Debido a ella, la obesa niña no tenía amigas ni amigos, mucho menos alguien que se le acercara con otras intenciones. Desde el día de la fiesta de ocho años de Lolita, nadie le volvió a hablar.

Rosario tenía fotos de Lolita, de los anuarios y fotos grupales. Se encerraba en su cuarto y les pintaba bigotes, les lanzaba dardos, y escribía obscenidades sobre ella. Los compañeros de Rosario no sabían nada. Ni la misma Lolita se acordaba ya de Rosario. Era como un mueble, otra banca en el salón. Pronto la hermosa muchachita comenzó a modelar, aparecía en revistas y comenzó a ser famosa. Rosario compraba las revistas y las quemaba.

Las dos pasaron a la universidad donde finalmente se separaron. Rosario por fin pudo hacer amigas y amigos, consiguió un novio y sintió una pertenencia. Lolita Páprika por su lado, fue más popular que en toda su vida y consiguió un programa de televisión. Anunciaba refrescos, papas, y salía en la T.V. de paga. Rosario no lo podía creer. La odiaba más que nunca porque sabía que ni aunque lo intentara cien años iba a poder ser como Lolita.

Un día, muy preocupada y exhausta de urdir tantos planes que no podría llevar a cabo en contra de Lolita, le preguntó a su novio señalando la foto de Páprika:

-Mira, ¿Crees que es bonita?- dijo con los ojos inundados.
-No me gusta, mira que dientes.
-¿Qué? ¡Son perfectos!- dijo sorprendida.
-No, no estás mirando bien.

El galán de Rosario, señaló la dentadura de Lolita en el papel. Un diente de la infancia que nunca había bajado vivía en la encía del lado izquierdo de la muchacha, lo cual hay que mencionar, no le quitaba su belleza.

Rosario nunca lo había notado en todos los años que la conoció. La obesa mujer decidió que al menos en algo era mejor que la millonaria Lolita y jamás la volvió a mencionar.

12 de junio de 2010

La mujer y su imagen

Mi única ambición es llegara escribir un día, más o menos bien, más o menos mal, pero como una mujer. (…) Pues entiendo que una mujer no puede aliviarse de sus sentimientos y pensamientos en un estilo masculino del mismo modo que no puede hablar con voz de hombre.
Victoria Ocampo, Cartas a Virginia Woolf


Rosario Castellanos, nos presenta una teoría sobre la imagen de la mujer, un mito. El mito de la mujer según Beauvoir está sostenido por el hombre ya que “el (hombre) convierte a lo femenino en un receptáculo de estados de ánimo contradictorios y lo coloca en un más allá en el que se nos muestra una figura, si bien variable en sus formas, monótona en su significado. Y el proceso mitificador, que es acumulativo, alcanza a cubrir sus invenciones de una densidad tan opaca; las aloja en niveles tan profundos de la conciencia y en estratos tan remotos del pasado que impide la contemplación libre y directa del objeto, el conocimiento claro del ser que ha sustituido y usurpado.” En esta declaración la autora nos presenta una verdad que ha permanecido callada hasta ahora, la de la mujer que debe llenar cada estereotipo que le marca la sociedad, es decir, si una mujer desea ser tratada como “decente”, “ramera”, “esposa”, “amante”, “sumisa”, etc. Desde pequeñas son educadas de acuerdo al papel que tendrán que hacer a la perfección cuando crezcan, ya sea de madre o de esposa, la mayoría de las mujeres se abandonan a sí mismas. Octavio Paz en el “Laberinto de la Soledad” nos dice que las mujeres no crean estos arquetipos sino que ellas sólo los llenan y ése es un problema ya que ellas no son creadoras de su destino, sino que se sujetan a los diversos cánones y normas ya establecidos.

En “La mujer y su imagen” Rosario Castellanos nos presenta el escenario en el que se desarrolla la mujer: transformado y hecho por el hombre, donde las féminas juegan un rol pasivo y dependiente. Hace críticas fuertes a la condición socialmente aceptada de la mujer e incluso lo trata con un aire de ironía cuando dice:
“No todas tienen la etérea condición que les supone. (…) Sexo débil, por fin, la mujer es incapaz de recoger un pañuelo que se le cae, de reabrir un libro que se le cierra, de descorrer los visillos de la ventana al través de la cual contempla al mundo. Su energía se le agota en mostrarse a los ojos del varón que aplaude la cintura de avispa, (…) la palidez que revela a un alma suspirante por el cielo, el desmayo de quien no soporta el contacto con los hechos brutales de lo cotidiano. Las uñas largas impiden el uso de las manos en el trabajo. (…) El viento, que desordena los rizos, que irrita los ojos, que arremolina la ropa.”

En este pasaje de su ensayo Castellanos nos muestra la imagen que muchas mujeres proyectan atraer a los hombres. La mujer desvalida que no puede hacer nada si no tiene a un hombre al lado que sea su salvador. Más adelante hace una comparación de la mujer con el concepto de “el hada del hogar” dechado en el que toda criatura femenina debe aspirar a convertirse que menciona Virginia Woolf y que Rosario, mencionaría también en su “Lección de Cocina” en donde claramente observamos cómo experimenta un cambio en la concepción de sus ideas en donde podemos ver cómo sobrelleva el hecho de pertenecerle a alguien más. En “Lección de Cocina” ella añora arreglarse y salir por la calle, esperando a ser abordada por un hombre maduro. Sin embargo, le advierte fuertemente a “este hombre” que ella es propiedad de un marido muy celoso, esperando a que él se aleje. Aunque, si por alguna razón pudiera llevar sus aventuras carnales a cabo, quisiera que a la hora de la despedida o la decepción ella no sintiera y que no le doliera, a diferencia de lo que tendría que ser en otro momento, en el cual ella debería de llorar y lamentarse por el desprendimiento de su hombre.
Desde el punto de vista estético, Rosario Castellanos menciona la visión que la sociedad tiene de la mujer como un objeto bello que sólo debe de preocuparse por su persona y su macho, ya que es lo único que se admira de ella. No tiene participación en el estudio, la política y la religión (en el aspecto mítico de lo que es la mujer). En el ámbito ético, la mujer no tiene por qué actuar en forma impulsiva, sólo debe de cumplir la función de un ser que debe obedecer a otra persona de la misma forma en el aspecto intelectual la mujer no puede pensar “Un cráneo pequeño encierra un cerebro pequeño y el cráneo de la mujer es minúsculo. No solo el peso y el volumen son menores si los compramos con el cerebro masculino.” Esta no es la única manera en que la fisonomía de la mujer es atacada al paso de los años. Octavio Paz en “Máscaras Mexicanas” nos dice que la mujer tiene una constitución física abierta y que por esa herida que nunca cierra, la mujer no es respetada ni puede ser alguien de confianza, ya que entre hombres el chiste es no rajarse, y la mujer es “rajada” de nacimiento. La fatalidad de su anatomía abierta la hace inferior, ya que al entregarse se abre, lo cual significa una debilidad y una traición.

Rosario contempla desde un punto fuera de la lectura el modo en el que la mujer ha sido creada, moldeada y manipulada por el hombre. Es impactante la forma en la que ella va describiendo su matrimonio comparado con lo que sería una receta de cocina. Cuenta cómo se ha ido convirtiendo en aquella mujer que debe ser al lado de un hombre, a pesar, de no poder acostumbrarse a su nuevo nombre, a la nueva vida que ella no eligió. Después de un encuentro con su marido, Rosario reflexiona, “prefiero creer que lo que me une a él es algo tan fácil de borrar como una secreción y no tan terrible como un sacramento”.

Rosario propone que la mujer sea más veraz, más auténtica con ella misma y que luche por sus ideales, aunque hay en su ensayo “Lección de Cocina” una frase que nos deja pensando si ella misma está a punto de rendirse a los cánones sociales y culturales de la sociedad cuando dice “he de mantener la casa impecable, la ropa lista, el ritmo de la alimentación infalible. Pero (…) no se me concede un día libre a la semana, no puedo cambiar de amo.”
Más adelante comenta de su papel de dama de sociedad (lo que ella criticaba en “La mujer y su imagen”) y cómo gasta sus ratos de ocio en ciertas actividades que le corresponden a un ama de casa sumisa y fiel.


Sobre "La Mujer y su imagen" y "Lecciones de Cocina" de Rosario Castellanos

11 de junio de 2010

La impresión del amor

Era un día nublado y lluvioso. El esmog citadino bloqueaba cualquier clase de paisaje visible. Juan había salido de su trabajo en la fábrica, y en la ciudad llovía sin parar. Se respiraba un ambiente húmedo y sucio. Juan corría por la acera tratando de encontrar un lugar donde resguardarse, y al intentar brincar un hondo charco, cayó y se lástimo el pie.


Se arrastró hasta un callejón y muy adolorido se sentó en el suelo. Acto seguido revisó su pie. Ahí fue donde la escuchó por primera vez. Un sollozo pequeñito venía de algún lado y él no distinguía de dónde.

Pronto Juan se acercó a un montón de basura. La removió un poco, y encontró a la mujer más hermosa que hubiera visto. Era rubia, de ojos claros -no podía ver el color por tantas lágrimas- de pechos enormes, y lo mejor, estaba casi desnuda Ella era la contraportada del periódico de ese día. Su nombre era Natasha.

¿Por qué lloras?- preguntó Juan-¡Sólo déjame en paz boludo!- replicó la monumental figura argentina impresa en el papel barato. Juan la tomó entre sus brazos. -Ya, deja de llorar.-le dijo mientras un hombre pasaba y lo miraba de manera extraña. -¡Mirá que me estoy mojando!-Juan reaccionó, la metió dentro de su chamarra y caminó hasta su casa.

Ella le contó de cómo se había enamorado de un hombre que compró la publicación en la que aparecía, fue romántico al principio pero después de haberla utilizado para satisfacer sus necesidades fisiológicas, terminó botándola en el montón de basura en el que la encontró.

-Todos los hombres son iguales. Prometen no cumplen, por eso sho, sha no me voy a enamorar, ¡Nunca!

-No digas eso Natacha.-dijo él.

-¿Natacha? ¡Que es Natasha! ¡Shhh!, ¡shh! practica...

-Shhh...bueno no digas eso, yo no te voy a tratar mal.

Natasha sonrió. Juan la consoló y de pronto hablaron de todo. Ella de los sueños de modelaje y él de sus esperanzas en regresar a su tierra con muchos billetes para no volver más a la ciudad.

Juan besó a Natasha. Sobre la cama del sarape sucio y polvoso, se amaron.

Por semanas todo fue felicidad, aunque las cosas se complicaban un poco cuando Juan se iba al trabajo. -Seguro que ahí me engañás con alguien.- le decía Natasha. Él le decía que no, y ella insistía en acompañarlo al trabajo sólo para corroborar. La discusión era siempre la misma y Juan terminaba por arrugar a Natasha y salir de la casa apresurado.

Natasha lloraba por las tardes y ya los vecinos se habían quejado de ella pues no dejaba de contarles a todas horas los malos tratos que le daba Juan. Hasta Doña Catita, la señora más chismosa de la vecindad, estaba harta de escucharla. Natasha decía que Juan la engañaba con la vendedora de la recaudería, la de la tienda y muchas más.

-Venga para acá Juan- le dijo un día la portera - debería controlar a esa fierecilla que usted tiene. Esas mujeres son malas, pero ustedes los hombres se ciegan nada más con ver semejantes cosotas. Mejor encuentre una muchacha dulce, decente. Yo sé lo que le digo. - Juan asintió con la cabeza en silencio, sin saber qué hacer.

Una Natasha cada vez más descolorida y arrugada hacía los reclamos diarios. Para Juan era aburrido escucharla y verla. Nunca hubo misterio realmente.

Por la mañana todo fue claro para Juan. – Hoy te voy a llevar al trabajo-le dijo, mientras una Natasha atónita abría los ojos por la impresión.

Juan la dobló y la guardó en el bolso de su chamarra. Cuando bajó del microbús caminó al callejón donde la había encontrado y la metió lo más profundo que pudo en el montón de basura. Natasha gritó desesperadamente. -¿Juan? ¿JUAN? ¡Juaaaaaan!-

Él no le contestó. Caminaba ya por la acera de la fábrica, respirando por fin el fresco aroma de la libertad.



Cuento que originalmente fue llamado "Amor de Papel", la primera versión la puedes leer aquí

8 de junio de 2010

El enamoramiento

Ya no podía seguir fingiendo. Daba vueltas en la cama por las noches sin poder dormir. La vería mañana, y el día después de mañana, y toda la semana. Estaba triste. Se sentía un cobarde sin poder decírselo. Se levantó. Tomó dos sorbos de agua, se limpió la cara y regresó a la cama. Su torso perfectamente esculpido reflejaba la luz de la luna que tímidamente entraba por la ventana.
El reloj sonó a las cinco y media. Él abrió los ojos un poco confundido. Se levantó y poniéndose algo encima, salió a la calle, hasta el punto donde siempre la veía, donde la sonrisa diminuta iluminaba su día. Esperó.
De pronto llegó el momento que esperaba, el paso de la luz, del amor, de lo que siempre había querido, el nombre de la felicidad...



-¡Magda! ¡Magda!-gritó la vecina.



- ¡Hola vecina!-dijo él.



-Hola Julio, ¿Por qué tan temprano por aquí?



-Hay algo que he querido decirte....



-¿Qué? – dijo ella interrumpiéndolo con el ceño fruncido.



-Es que...no sé cómo decirlo...estoy enamorado de...



-¿De mí? – dijo ella sorprendida.



-De Magda...



-¿¿Qué?? ¡Eres un idiota me voy de aquí! Vámonos Magda- dijo, mientras jalaba la correa de Magda su perrita french poodle desde hacía dos años.



-¡Vecina! ¡No te vayas! – gritó Julio – ¿Me la vendes? ¡Bueno! ¿Me la regalas?



La vecina ya había cruzado la calle con el corazón roto e ignoró a Julio por los siguientes ocho meses hasta que ella se mudó de ahí.

14 de mayo de 2010

El adiós

Ella se fue sin explicar nada. Él apenas despertaba cuando se percató. Una nota en el buró era todo lo que tenía. No lo podía creer. Las sonrisas, las velas, los besos, todo había sido una despedida.

Se levantó y encendiendo un cerillo, procedió a quemar la nota. Se le escaparon algunas lágrimas. El timbre sonó. Él procedió a quedarse en silencio, mientras ahora golpeaban una y otra vez la puerta. Se puso unos boxers, caminó lentamente, y se detuvo. Pensó que tal vez era el casero. Pensó que tal vez ella se había arrepentido y regresó a rogarle que no terminara toda esta aventura.

Se acercó a la puerta y abrió. En la puerta estaba una mujer de cabellos chinos y gruesos, pelirroja, con unos hermosos ojos verdes y sonrisa cautivadora, pero no la mujer que él esperaba.

-Hola cariño, ¿Qué hacías? ¿ Me extrañaste? - dijo la mujer en la puerta -¿Qué se quemó?- dijo ella, tratando de inspeccionar el lugar.

Era su esposa, quien había regresado dos días antes de una convención de trabajo.

10 de abril de 2010

El sueño vívido

Caminaba lento mientras veía leones azules pasar. Hacía frío y el ambiente era húmedo.
Había estado bebiendo demasiado. Un león acercósele diciendo:
-Vuestro carruaje está listo.
Un poco confundida tomó de la mano a la rata que de pronto se posó a su lado. Una rata limpia, de hermoso parecer y de traje real con una sombrilla enorme.
Ella subió al carruaje, y enseguida se despertó.
Al día siguiente todas las noticias versaban sobre una mujer que había caído del tercer piso durante una tormenta debido a que era sonámbula.

27 de marzo de 2010

Comunicado del Dr. Rafael Rangel Sostman


Les comparto íntegro el comunicado que el Dr. Rafael Rangel Sostman, ha enviado a la comunidad del Tecnológico, con el fin de hacer una junta nacional para proponer soluciones a la violencia que vive actualmente nuestro país.


Estimados Egresados,

En relación a los lamentables hechos ocurridos el pasado viernes 19 de marzo a las puertas del Campus Monterrey, en donde perdieron la vida dos destacados estudiantes, me permito informarles lo siguiente:

Lo ocurrido a nuestros alumnos y a nuestra Institución nos indigna. Por razones de justicia y responsabilidad hemos exigido de la manera más enérgica a las autoridades competentes, el pleno esclarecimiento de los hechos.

La integridad de nuestros alumnos es prioridad fundamental, por ello, además de reforzar las medidas de seguridad con las que actualmente contamos en los campus, hemos decidido establecer medidas adicionales, las cuales haremos públicas a través de los medios de comunicación oficiales de los campus.

En muchos de los mensajes que me han hecho llegar en los últimos días, me piden promover cambios sustanciales en el país para terminar con los hechos violentos que, como en el caso de nuestros dos estudiantes ejemplares, han cobrado la vida de personas inocentes.

En este sentido he convocado a la comunidad del Tecnológico de Monterrey a una reunión nacional en todos los campus el día 12 de abril, para dar a conocer nuestra postura y propuestas específicas, concretas y viables que lleven a mejorar las condiciones de seguridad en el país, mismas que entregaremos a la Presidencia de la República y sus dependencias relacionadas con la Seguridad Pública; al Congreso de la Unión, y a los Gobiernos y Congresos de los Estados.

Para integrar estas propuestas contamos con el apoyo, trabajo e investigaciones de nuestros profesores expertos en el tema de seguridad de la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública. Hemos invitado también a nuestros profesores, alumnos, padres de familia y directivos a participar y hago extensiva esta invitación a ustedes nuestros egresados. Es muy importante su participación y para ello les agradezco nos hagan llegar sus ideas y propuestas a través del Portal de EXATEC en la liga expresaTEC.

A través de los medios de comunicación de cada campus, les informaremos la postura y propuestas resultantes de este proceso.

Como Rector del Tecnológico de Monterrey, estoy convencido de que debemos utilizar toda nuestra capacidad y conocimientos para aportar soluciones a nuestro país para lograr la seguridad que todos deseamos.

Aprovecho para agradecer sus muestras de solidaridad ante estos hechos tan lamentables. Les mando un saludo y quedo de ustedes.

Dr. Rafael Rangel Sostmann
Rector del Tecnológico de Monterrey