30 de septiembre de 2014

Esperanza

Llegará un día
En que las noches dejarán de ser tristes
En que dejarás el llanto de lado

Llegará el día 
En el que te sientas valorado
En el que encuentres a tu lado una mano 
En el que ya no tengas que llorar

Habrá un día en que todas las horas serán alegría
En el que tu corazón disfrutará de la vida 
En el que ya no tendrás que llorar

Llegará un día 
En el que todas las palabras serán afectivas
En el que te dolerá la barriga de tanto reír
En el que ya no tengas que sufrir

Llegará el día 
En el que despertarás con la mejor compañía
En el que encontrarás una mano que tomar
En el que compartirás un mismo corazón 

Llegará el día
Llegará
Llegará corazón

Esperanza

15 de septiembre de 2014

Mi amiga, Soledad.

La conocí desde muy pequeña. Cuando mi hermano venía a tocar a mi puerta para jugar conmigo, la prefería a ella. Me escuchaba, sin juzgar, sin replicar. Mientras iba creciendo, me acompañaba a todos lados, incluso cuando me escondía detrás de la puerta de mi clóset y lloraba en silencio mientras mis papás peleaban a gritos. La preferí sobre un novio que tuve en la preparatoria. No podía soportar el compartir mi tiempo con otro ser humano en ese entonces ¿para qué? Me decía, mientras me armaba de valor para ponerle punto final. Preferí a mi amiga, antes que a los amigos y los primos. Cumplir con compromisos sociales me daba flojera y mi puntualidad siempre ha sido la peor que hay. Si alguien requería de mí, seguía siendo tan tentadora, que corría hacía ella sin importarme a quién afectara. Quién diría que ahora pasaría los días llorando porque, efectivamente, los amigos han ido y venido, pero la que queda aquí a mi lado, es Soledad.