14 de mayo de 2010

El adiós

Ella se fue sin explicar nada. Él apenas despertaba cuando se percató. Una nota en el buró era todo lo que tenía. No lo podía creer. Las sonrisas, las velas, los besos, todo había sido una despedida.

Se levantó y encendiendo un cerillo, procedió a quemar la nota. Se le escaparon algunas lágrimas. El timbre sonó. Él procedió a quedarse en silencio, mientras ahora golpeaban una y otra vez la puerta. Se puso unos boxers, caminó lentamente, y se detuvo. Pensó que tal vez era el casero. Pensó que tal vez ella se había arrepentido y regresó a rogarle que no terminara toda esta aventura.

Se acercó a la puerta y abrió. En la puerta estaba una mujer de cabellos chinos y gruesos, pelirroja, con unos hermosos ojos verdes y sonrisa cautivadora, pero no la mujer que él esperaba.

-Hola cariño, ¿Qué hacías? ¿ Me extrañaste? - dijo la mujer en la puerta -¿Qué se quemó?- dijo ella, tratando de inspeccionar el lugar.

Era su esposa, quien había regresado dos días antes de una convención de trabajo.