17 de agosto de 2010

Traición

Desde ese abrazo cálido no he podido sacarte de mi pensamiento. Es como si te hubieras entretejido a mí lentamente, sin que yo me diera cuenta. Creo que esta vez, no me pude ver en tus ojos, pero me entregué sin reservas. Claro que hubiera querido unirme a tí para siempre. Claro que no te hubiera negado nada. Mientras nuestros labios se fundían, lo recordé. Me habías engañado.