16 de febrero de 2012

Del pasado al presente

La fila del banco era enorme. Dentro de un cuarto pequeño estaban contenidas por lo menos unas sesenta y cinco personas. Había señoras obesas, hombres malolientes, niños corriendo y bebés llorando. Susana entró al banco. Normalmente mandaría a alguien, pero su asistente estaba enferma, y había que pagar cosas de carácter urgente.

Susana tomó asiento, sacó una hoja y comenzó a utilizarla como abanico. Su cabello era castaño claro, tenía mejillas rosadas, y ojos verdes. Parecía cansada, pero a nadie se le culpa de cansarse de esperar dentro de un banco. Después de cuarenta y siete minutos de espera, la mujer se levantó y corrió hacia la ventanilla. Sin fijarse, pisó una envoltura de una paleta babeada, que algún niño tiró mientras derramaba lágrimas de desesperación.

La chica cayó hacia atrás, y su tacón salió volando. Solamente pudo detenerse el vestido para no dar un espectáculo más grande. Cuando intentó levantarse, un hombre se acercó.