13 de septiembre de 2011

Crónicas del fin del mundo: Heriberto Pt.1

Heriberto Martínez y Martínez, era el heredero de la familia Martínez y Martínez de España. A sus veintidós había comenzado en la firma de abogados de su padre, y hoy diez años después era uno de los abogados más importantes en toda la Ciudad de México. Sus abuelos eran dueños de una compañía de jamones ibéricos, así que cuando supieron que su nieto por fin contraería nupcias enviaron una paleta a todos los conocidos y amigos de la familia a manera de celebración.

La afortunada era Patricia Domínguez, cuyos padres eran dueños de Paladini, otra compañía española de embutidos. El padre de Patricia y el padre de Heriberto habían sido buenos amigos hasta que la vida los separó cuando Martínez tuvo que irse a vivir a México para continuar con la expansión de la compañía. Para que la amistad no se terminara, lo sellaron con un trato: Su hijo y su hija se casarían, perpetuando la amistad y simbolizando una alianza entre dos gigantes comerciales. Heriberto y Patricia de apenas 7 y 5 años de edad en ese entonces, no entendieron bien lo que sucedía cuando sus madres les dijeron "dénse un besito".





El 15 de diciembre de 2012, en medio de una tormenta que tenía inundada toda la ciudad, Heriberto entró a un bar. Después de una hora y media de esperar a que la lluvia pasara, dio un último trago al tarro de cerveza y cogió su abrigo. -¿Te vas tan pronto?

Una mujer de unos veintitantos con acento español, cabello negro y ojos verdes estaba parada detrás de él. El vestido rojo ceñido al cuerpo, revelaba una figura esbelta de cintura marcada. -¿Cómo te llamas?-le preguntó sin reparos.

-Heri,Heriberto- contestó tartamudeando. La mujer sonrió y se sentó a su lado en la barra. Después de un rato de conversaciones triviales, y dos tarros de cerveza, ella le hizo la pregunta incómoda-¿Soltero o casado?

-Soltero, casado proximamente-agregó.
-¿Quién es la afortunada?- le dijo ella.
-Eso no importa.
-Bueno al menos ¿cuándo os llevan al matadero?
-El 21 de diciembre.

Los dos permanecieron viéndose a los ojos antes de soltar una carcajada monumental.

-¡Tío!¡Qué tu vieja te quiere joder! ¿Cómo llegaron a esa fecha?
Heriberto estaba rojo.No quería responder.-Ella la escogió.

La española rompió en carcajadas.

-Ya, que no me voy a reír. Mi prima también se casa por esa fecha, quiere hacer un ritual con un chamán mexicano aunque todavía no le dice al tío, ya me imagino la cara de él. Sorpresa para una boda ¿eh?

-Ni lo digas.

-Bueno qué mal que te cases ese día porque te quería invitar a que fueras conmigo a la boda de mi prima. Lástima.

Los labios rojos permanecieron sonriendo, se dio la media vuelta y se fue.

-¡Oye! No me dijiste tu nombre. ¡Oye!

La mujer no volteó. Heriberto pago la cuenta y se fue.

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Un bouquet de novia. Las flores de la iglesia. La mano con el anillo. El rostro con el velo. El rostro con el velo era la mujer del bar.

Heriberto despertó. Había soñado dos noches seguidas con la mujer del bar. Al menos le gustaría haber sabido su nombre. Eran las 6.15 am, y se tenía que levantar para ir a recoger a Patricia al aeropuerto. Heriberto y Patricia no se habían visto desde aquella vez en la que los comprometieron a la fuerza.

-¿Y cómo has estado?- preguntó Heriberto después de 35 minutos de silencio atrapados en el tráfico. Ni la música podía llenar el espacio ya que Paty le había dicho que le dolía la cabeza por tantas horas de vuelo. -Bien- le contestó ella viendo hacia afuera de la ventana.

-Mira Paty, se que no nos conocemos, yo tampoco quisiera hacer esto, no sé si tienes a alguien especial en España, o no, pero tu y yo vamos a ser marido y mujer y...

-¿Y qué? ¿Quieres que esté hablando chorradas como si estuviera de acuerdo? ¡Claro que amo a alguien! ¿Y sabes por qué no puedo estar con él? ¡Por el maldito dinero!

Los ojos verdes de Paty estaban nublados. Heriberto permaneció callado durante el viaje. Entraron a un enorme predio de Bosques de las Lomas. La dejó en la puerta de la mansión que era propiedad de los abuelos de ella, donde en cuatro días estarían dando el sí.

-Mañana vengo por tí, ¿vale? Creo que es mejor que descanses el viaje.

La rubia se bajó y azotó la puerta del Mercedes-Benz.

-¡Hasta mañana!- le dijo él con una sonrisa en el rostro.

Condujo con velocidad hasta el Campo Marte, se estacionó afuera del Auditorio Nacional y con los vidrios tintados arriba, lloró. No podía recordar hace cuánto había llorado así. Sabía que el matrimonio no estaba en duda, tendría que hacerlo, era tradición en su familia, y lo había sido durante generaciones. Sus padres, sus abuelos, todos se habían casado en matrimonios arreglados por los progenitores y al parecer, hasta ahora, había resultado bien.

No tenía ganas de enfrentar al mundo ese día, así que compró una entrada para el Museo de Arte Moderno. Adentro, las obras no le decían mucho. Era un tipo que nunca se había interesado por el arte, a pesar de que su abuelo tenía un Rothko en la sala de su casa.

-¿Qué estáis haciendo aquí?- se escuchó casi en todo el atrio del museo.

Después de un mal trago, Heriberto había encontrado de nuevo a su amiga.

-No te voy a hablar, si no me dices tu nombre.
-Argelia-le dijo con una sonrisa.

Él sonrió. La invitó a comer y después al cine, y más tarde a su departamento en Masaryk. Se besaban sobre la cama cuando la bomba española sacó el tema incómodo.

-¿Y tu novia? ¿Estás seguro de hacer esto?
-Sí
-¿Tan mal están las cosas? ¿Para que os estáis casando?
-No quiero hablar de eso...

La tomó por el cuello y comenzó a besarla.

A las 7.15 am del siguiente día sonó el teléfono. Era Paty. Quería que Heriberto y sus padres fueran a almorzar a casa de sus abuelos. Él le dijo a Argelia que tendría que asistir a una junta de trabajo, y pasó a dejarla a su hotel.

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La mesa era un banquete que muchos quisieran tener para una boda. Pero esto era solamente un brunch. La familia estaba distribuida en un comedor para veinte personas. Paty y Heriberto estaban sentados uno frente al otro separados por tres metros de distancia. El campo visual también estaba contaminado por una sopera de plata que contenía pancita, y una charola de bizcohos.

-Quiero ofrecerles una disculpa, un miembro de mi familia se atrasó- dijo Patricia.
-No te preocupes tesoro- dijo la madre de Heriberto.

Patricia sonrió.

-Hace años que no te veía cariño, cada día estás más linda- dijo el padre de él.
-Gracias, sepan que mis padres llegan mañana, se han disculpado también.
-No te preocu....

-¡Llegué familia!- exclamó fuertmente una española del otro lado del salón.

Era Argelia. Cuando vio a Heriberto dejó caer el móvil de las manos.

-Argelia, ¿Qué pasa?- dijo el abuelo.
-¡Ay! ¡Nada! Que no pasa nada, mira que pirada, he tirado el móvil- dijo Argelia.
-Yo le ayudo señorita- dijo Heriberto.

Se agacharon a recogerlo.

-¿Qué haces aquí?-dijo ella susurrando.
-¿Qué haces tú aquí?- le dijo él.
-Ella es mi prima, ¡tonto!
-¿La que se casa con el chamán? Fuck me.
-¡Cállate!

-¿Pasa algo?- dijo el abuelo con un ceño fruncido-¿Acaso se conocen?
-Sí, sí la conozco- dijo Heriberto.
-¿Sí?- dijo ella.
-Este...pues casi la atropello ayer, pero todo bien, y me seguía reclamando.
-¿QUÉ? ¡Ah sí! Claro, claro ya me acuerdo. Sí, casi me atropella por suerte vole y...
-¡Argelia!- le gritó Patricia - Por favor - dijo bajando el tono de voz y señalando su silla.
-Claro, claro- Argelia se sentó.

-Argelia es prima hermana de Paty, creo que nunca la conocieron ya que nació cuando ya vivían acá en México- dijo el abuelo de las chicas.

Heriberto no lo podía creer.

*Continuará*

1 comentario:

  1. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaa no no no quiero la continuación ya me piqué...

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