9 de septiembre de 2010

Sólo un instante...

Me tomó en sus brazos. Fue sólo un momento. Por mi parte, sentí lo más sublime que cualquiera podría sentir en los brazos de alguien que ama. Sus manos sobre mi espalda hacían que me estremeciera, y lo que más deseaba era que ese suave toque no terminara nunca. Me besó en la mejilla y pude percibir su dulce aroma, el que siempre percibo y al que soy adicta pues no puedo vivir sin él. Todo esto paso en tres segundos y siete milésimas de segundo. Sin embargo no puedo yo negar que para mí se detuvo el tiempo en ese preciso instante, en el que el suave toque y el anhelado beso me hicieron vibrar.

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